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jueves, 17 de marzo de 2016

El origen del universo y nuestro papel en el ...

Existen muchas creencias sobre los orígenes del Universo, unas más fantásticas que otras pero al final son sólo eso, creencias. La ciencia por su parte, tiene modelos y teorías sustentados por mediciones hechas con precisos instrumentos. Por eso es que prefiero la visión científica sobre los orígenes de nuestro Universo, porque la ciencia nos lleva por el camino hacia el conocimiento.

Sin embargo hace un tiempo ya que conocí a alguien que me hizo pensar en que hay "algo más" en este Universo.  A continuación les cuento algo sobre nuestro Universo, con la esperanza de que se den una idea de cuál es nuestro lugar en éste:

Representación Artística del Origen del Universo 
La piedra angular de la cosmología moderna es la suposición de que nuestro lugar en el Universo no tiene nada de especial, es decir, no estamos en una región privilegiada del espacio, no somos el centro del Sistema Solar, no somos el de la Galaxia y mucho menos el del Universo como antiguamente se creía. Los antiguos Griegos creían que la Tierra debía estar en el centro del Cosmos, en este lugar ésta era orbitada por la Luna, el Sol y los Planetas conocidos hasta entonces. Aunque, como sabemos ahora, no era un modelo que concordaba perfectamente con la realidad, en su momento significó una revolución científica porque acababa con cientos de años en los que la humanidad había sido el centro de La Creación.

No quiero hacer un discurso sobre los modelos que existen en la literatura sobre el origen del Universo; sin embargo pretendo exhibir en este espacio que cuando uno está con la persona ideal, el Universo se vuelve más impresionante de lo que ya es, así que hoy intentaré hacer retórica valiéndome de la ciencia.

Hace aproximadamente 13, 700 millones "nació" el Universo. Después de tan violento suceso comenzó el enfriamiento del mismo que permitió la existencia de protones, neutrones y posteriormente de la aparición de los átomos más ligeros. Luego el Universo se enfrió aún más y aparecieron las primeras estrellas; los primeros faros de luz en un infinito callejón oscuro en el que eventualmente apareceríamos nosotros.

La evolución del Universo estaba en progreso, cada vez más estrellas nacían, se aglomeraban en galaxias, algunas morían y creaban elementos más pesados; esos elementos que serían la base de la vida, esos elementos que darían lugar a la existencia de un pálido punto azul entre la nada, un pequeño punto azul que sería un oscuro y solitario trozo de roca y metal con una pequeña capa de vida (y haciendo uso de las palabras de Carl Sagan); ese punto azul sería nuestro hogar, donde vivirían todos los que amamos y todos los que conocemos; todo ser humano del que escuchaste o pudiste haber escuchado viviría ahí, en un lugar que sería la cuna de millones de ideas, de muchísimas religiones y doctrinas económicas; cada cazador y recolector viviría ahí, cada creador y destructor de civilizaciones viviría ahí al igual que cada rey y cada plebeyo en la historia; cada pareja de enamorados, cada madre y padre, cada niño con esperanza, cada político corrupto, cada rockstar, cada santo y pecador de la historia viviría ahí. Imagina cada río de sangre derramado por algún ambicioso dictador, imagina las toneladas de hierro forjadas en espadas que dieron muerte a defensores de la libertad, a delincuentes y a inocentes; imagina cuántos emperadores y reyes declararon guerras y mataron a millones simplemente por ser los dueños efímeros de una fracción de un lugar insignificante en el Universo, un lugar que sería el epicentro de grandes eventos, grandes e insignificantes ante la magnificencia del Universo, el mismo Universo que nos estaba preparando para conocernos.

Nosotros comenzamos a existir átomo por átomo, cada explosión de estrellas daba origen a una pequeñísima parte de nosotros. Molécula a molécula nos fuimos formando, hasta que por fin por un acto de amor fuimos independientemente concebidos en el citado punto azul, a 150 millones de kilómetros de una pequeña estrella en una galaxia insignificante. Después de 13,700 millones de años el universo nos tuvo listos, y de pronto nos puso frente a frente, para enamorarnos, para hacernos mutuamente los seres más felices de este pequeño punto azul, y por qué no, quizá los seres más felices del Universo. Imagina que somos las criaturas más felices del Cosmos, dos seres que viven en un pequeño planeta cerca de una estrella común y corriente, en un planeta donde se han originado y extinguido especies enteras. Pues sí, somos simplemente un conjunto de moléculas pertenecientes a dos cuerpos que viven en un insignificante planeta junto a una pequeña estrella. Sin embargo, no hay nada más afuera, en la historia humana no hemos logrado conocer a nadie más en el Universo, de modo que no somos tan sólo un arreglo de moléculas y elementos químicos en un insignificante planeta. Somos un evento importante, somos dos seres que el Universo creó para estar juntos, somos el resultado de 13,700 millones de años de historia que convergen en este punto preciso del tiempo. Somos un evento cosmológico, somos un evento en el Universo tan grande y cataclísmico que nuestro encuentro fue mucho más grande que una colisión de galaxias, fue tan grande que nuestros corazones permanecerán fusionados brillando con la luz de mil millones de supernovas explotando en el instante que dura un suspiro. Así de grande es nuestro amor, así es la vie en rose.


Ludwig
Físico de profesión, divulgador por convicción